martes, 27 de marzo de 2007

La hora de la caverna

Estas ahí,
ahora.
Moviéndote – como siempre -
para que lo que te abarca no pueda
ser definido.
porque la presa
pero sobre todo el cazador,
no debe -nunca jamás-
enmudecer.

Esto.

Entonces ahí,
donde siempre,
la perspectiva se torna planamente binaria,
la ventana abierta al mundo se cierra,
Y el silencio deja de ser silencio
porque siempre estás a biert a a
lo nuevo.
(un rostro no puede significar nada para nadie).

Todo esto transcurre en
rodillas, muslos, labios, orejas, genitales, pelo, habitación, plaza, tv, cielo, dedos, ella, él, mesa, ellos, corazón, agua, vos, voz, calor, espina, oscuridad, humedad, perra, recuerdo, tierra, nosotros,
y yo.

La mosca que vuela por
sobre todo eso,
sube (no sabe nada mas).

Hay terremotos en los suspiros.
De esos que derrumban murallas, templos y nichos.
Pero la distracción reiterada esconde
- como siempre -
la actualización.

Es como describir lo desconocido,
alternando una y otra vez el registro:
escupir, patear, saltar, romper, correr.
Yo es el borrón irreversible
de la caverna del ahora.

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