martes, 27 de marzo de 2007

El Gesto, Numero 1

“La gracia del gesto es la gracia de la poesía”


Entrevista de nosotros a nosotros
Nosotros a nosotros

[1]Tratamos de ubicar al lector en un espacio: Habitación.[2] Estábamos allí por casualidad –pero una casualidad del azar-. No nos conocíamos en ese entonces. Recuerdo que alguno invitó la primera palabra, el otro aceptó con un gesto y los confundimos, nos confundimos. No sabíamos qué palabra pretendía ser, de hecho lo era. (De todas maneras lo hubiese sido). Intentamos mirar el contexto para comprender el gesto, pero un velador era demasiada poca luz y nada pudo más que el tiempo para develarnos la palabra más sagrada y confundible que los dioses.
Entonces, el gesto pareció ser del otro. Y así sucesivamente. Palabra[3].
Cansados de las mentiras tomamos la silla y rompimos la puerta. Del otro lado, otra habitación. En silencio y alejados entramos y pudimos ver –así como se ven las soledades- una silla, y un velador sobre una caja. Nos miramos como quien pregunta, interrumpidos por la luz de la otra habitación-. Quizás lo mejor era gesticularnos de una a la otra, hablar de lejos. Pero alguno de nosotros terminó caminando en la cercana incomodidad mientras el otro yacía sentado[4]. Que se arregle el lector.
Un gesto no solo en el teatro es una palabra. Huyamos ahora, porque esto es como tener una caja y no usarla.

[1] No error de imprenta.
[2] Todo tiene moraleja y la moraleja de este texto es que se lean las notas al pie. En la habitación había dos mesas, una silla, un velador del suelo hasta la altura y una caja. No se si sabemos el color de las paredes pero suponemos algún lila gastado o negro. Una puerta y una sola entrada. Ninguna ventana ni sombras ni temperaturas. Estábamos nosotros por casualidad. [3] Gesto.
[4] “Ahora me pregunto: ¿Por qué no habremos usado la caja para algo?”

I - Hermanitos en el Freezer Por Frydor Clotta

Ni el tiempo ni la muerte logran detenerme. Las noches y la oscuridad se contraponen. La ambigüedad eterna del frío que condena a los sueños nos es grata en esa oscuridad. El tiempo deja realizar la catársis, ese desencadenamiento de siniestras palabras transformadas.
El sema de esas palabras siniestras nos limita a la caída cósmica, a la muerte de dios. Son vagas palabras, ¿Has revivido? Se que dios no nos deja vivir, se que esta palabra no es ambigua. dios dirá que estamos muertos, pero Buda no nos quitará las ganas de aullar (Nota al Pié: el extraño díler muere en su venta junto a los residuos, testículos). Retomamos la idea, los alemanes que son americanos (Nota al Pié: no) muerden los arneses y vibran junto a la epilepsia.
Los chicos punzados, viejos borrachos de subte, no engendran mellizos varones. ¡Este palo está demasiado grueso! ja. Pero... sabemos que sus historias no son sexualmente comparables. Parece que en ellos la muerte no retorna aunque sea en sus cerebros. La muerte no es como sus ladrillos de casas húmedas. Esas nuevas maquinas que nos exprimen el cerebro con uñas de dolor mientras el corazón cargado en humo se despedaza en viejos sueños perdidos. Sus pelos indefinidos lo mantenían realmente avergonzado ya que también sus gestos lo hacían irremediablemente odiado. No es fácil odiar cuando la sangre es tragada, de a chorros, gota a gota, litro a litro, por las nuevas maquinas, así que debemos rezar por ello.
Como cuando los palos son muy gruesos. Gruesos, deja el tarro de vaselina y los homenajes se hacen presentes; ya las noches. Me gusta tomar vino. Me cansé de sus ironías y que la muerte lo separe.
El hombre que pone el sol no calla a los lobos que piden a gritos que las puertas sean abiertas, pero mira fijo los fuegos. Ese hombre llena de calor las penumbras, y los laberintos se hacen unísonos y la vida cambia y las rosas queman el ardor del rocío.
El lago del rocío llena nuestras entrañas y las de los lobos, mientras comen las paredes lacrimógenas del otro mundo. ¡Pobre culo el del chico! El sarcasmo es como mi mesa en la niebla, no se ve la vida si uno se levanta dentro de determinados períodos. El lago derriba la mesa, se va la niebla, se ve la vida y se produce el sarcasmo. Lo comemos con fruición, manchándonos los ojos con la saliva de los lobos, el tibio rocío, y el obscuro aceite de las nuevas maquinas. Ahora lloramos por estos muertos queridos. Las leyes no merecen tus piedades, mientras las jaulas golpean tus sienes. La primavera conversa al descaro. Ya es inevitable vivir.

Experiencia

Naturaleza...
sos inteligible en el camino de la doxa
ni phúsis ni racionalmente comprensible
Sos opinable y esa es tu esencia
Eres tú, varías con el sujeto

O Naturaleza h!
Te contemplo y eres mía
tu silueta es forjada por mi mano
Entonces te elevo y eres mía y lo serás
No puedes mentirme porque si no son mis ojos será mi tacto,
no intentes escaparle a quien te existe

Naturaleza agradece,
te doy el día y soy dueño de la noche.
En el recuerdo serás eternamente ilógica.
nunca dual.

Lamentalo, te has dejado interpretar.

La hora de la caverna

Estas ahí,
ahora.
Moviéndote – como siempre -
para que lo que te abarca no pueda
ser definido.
porque la presa
pero sobre todo el cazador,
no debe -nunca jamás-
enmudecer.

Esto.

Entonces ahí,
donde siempre,
la perspectiva se torna planamente binaria,
la ventana abierta al mundo se cierra,
Y el silencio deja de ser silencio
porque siempre estás a biert a a
lo nuevo.
(un rostro no puede significar nada para nadie).

Todo esto transcurre en
rodillas, muslos, labios, orejas, genitales, pelo, habitación, plaza, tv, cielo, dedos, ella, él, mesa, ellos, corazón, agua, vos, voz, calor, espina, oscuridad, humedad, perra, recuerdo, tierra, nosotros,
y yo.

La mosca que vuela por
sobre todo eso,
sube (no sabe nada mas).

Hay terremotos en los suspiros.
De esos que derrumban murallas, templos y nichos.
Pero la distracción reiterada esconde
- como siempre -
la actualización.

Es como describir lo desconocido,
alternando una y otra vez el registro:
escupir, patear, saltar, romper, correr.
Yo es el borrón irreversible
de la caverna del ahora.